Remón: “Ferrero, vístase, que se va al Salamanca”

El CD Logroñés hizo aguas y tocó fondo en la temporada 1972-1973, cuando descendió de forma inesperada a Tercera División, pero, en cambio, obtuvo más de diez millones de pesetas (60.101,21 euros), que entonces era una fortuna, por la venta de sus mejores jugadores. El traspaso más caro fue el del vallisoletano José Antonio Ferrero, que igual jugaba de líbero que en el medio del campo y hoy cumple 73 años.

“Empecé en el Palencia”, me cuenta desde Valladolid, “y ahí coincidí con Julio Gento. Su hermano Paco hizo gestiones para que fichara por el Real Madrid, pero no fructificaron, y en plena Semana Santa de 1972 vinieron a buscarme para ir a Logroño, que casi no sabía ni dónde estaba. Me traspasaron por 1.300.000 pesetas (7.813,15 euros) y jugué los partidos que restaban de Liga”. El Logroñés acabó sexto clasificado.

Para la temporada siguiente, el club reforzó la plantilla con la vista puesta en el ascenso a Primera y se formó “un equipo muy majo, pero comenzaron a torcerse las cosas y bajamos”. Consumado el descenso y sumido en una grave crisis económica, trató de deshacerse de sus jugadores más importantes “y llamaron a las siete de la mañana a la puerta de la pensión de Elisa, en la que vivía enfrente del campo”.

“Para que veas cómo eran esos tiempos”, me comenta. “Me despertó Elisa y salí en pijama a ver qué ocurría. Era el presidente Cesáreo Remón y me dijo: “Ferrero, vístase, que se va al Salamanca”. Ya ni jugué los dos últimos partidos”. El Logroñés cobró 2.500.000 pesetas (15.025,30 euros) por su traspaso y, a la temporada siguiente, subió a Primera con los charros, pero no olvida Logroño. “Le tengo un gran cariño”, concluye.

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Javier Caballero Wangüemert

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