Huguet: un portero en estado de gracia

Jaime Huguet Gracia, conocido en el mundo del fútbol como Huguet, fue un gran portero del CD Logroñés de la segunda mitad de los años 80. Superó en 1986 el récord de partidos imbatido que poseía Zubizarreta y parecía en estado de gracia. “Lo paraba absolutamente todo”, según Chuchi Aranguren, y se convirtió en pieza importante del equipo que subió a Primera División en 1987 y del que se salvó del descenso en 1989.

Nació en Montcada i Rexach (Barcelona) el 27 de agosto de 1959. Hijo de un jugador del CD Fabra i Coats, se formó en la cantera del FC Barcelona y con 20 años debutó en el primer equipo, relegando a Artola y Amigó. “Promete”, dijo Arconada, pero un gol tonto que encajó ante un rival modesto en la Recopa de Europa y una vieja lesión en el escafoides izquierdo echaron a perder su carrera en el club azulgrana.

Aquí vino en 1985, tras su paso fugaz por el CF Calvo Sotelo, que bajó a Segunda B, y sobresalió al tener “unos reflejos extraordinarios, un poderío total en los balones altos y una seguridad aplastante bajo los palos”, en opinión de Carlos Ferrer. Desde el inicio, Delfín Álvarez confió en él y, luego, Aranguren, pero, cuando estaba en su mejor momento, sufrió una grave lesión de rodilla que le mantuvo ocho meses en el dique seco.

A los 28 años, eso desbarató sus planes de ir a un equipo grande, como el Valencia CF. Tras el ascenso, fue suplente de lujo de Pérez, y en la temporada siguiente volvió a ser titular indiscutible. En total, disputó 92 partidos y encajó 87 goles en sus cuatro años de blanquirrojo (1985-1989). Pudo continuar aquí, pero prefirió fichar por el CE Sabadell, de Segunda, para poder dedicarse a sus negocios. A los 32, dejó el fútbol.

Comentarios

el blogroñés 15 de febrero de 2021
El 15 de febrero de 1987, tal día como hoy hace 34 años, Huguet sufrió en Oviedo (2-1) una de las lesiones más graves de un deportista: rotura del ligamento cruzado anterior y del lateral externo de su rodilla derecha, que se hizo al quedársele los tacos clavados en el suelo y dar un giro.

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Javier Caballero Wangüemert

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