El CD Logroñés fue el primer equipo español con tres jugadores extranjeros porque, tras haber fichado previamente al mexicano Abuelo Cruz, Marcos Eguizábal presentó a Ruggeri y Alzamendi el 19 de agosto de 1988: el mismo día en que, por sorpresa, la asamblea de la Federación Española de Fútbol acordó ampliar el cupo para la temporada venidera y no para la 1989-90, tal y como estaba previsto.

“Marcos lo sabía; yo no, desde luego”, me cuenta Mateo Berrueta, que fuera vicepresidente con él (1988-89). “Él estaba muy seguro de que la normativa del tercer extranjero iba a salir adelante y no habría que esperar al año siguiente, como quería Villar. Por eso, fichó a los tres antes de su aprobación. Date cuenta de que era uno de los hombres más ricos de España y tenía buenos contactos en el Gobierno del PSOE”.

Eguizábal era una caja de sorpresas, hasta para sus propios colaboradores. Muy pocos sabían que había viajado a Buenos Aires para fichar al argentino, pero nadie se imaginaba que, luego, iba a cerrar, de forma inesperada, el trato con el uruguayo. Ambos fueron presentados aquel día en el Hotel Los Bracos a las nueve de la noche sin haber firmado el contrato, pero su fichaje estuvo a punto de frustrarse.

“Ruggeri vino con Cysterszpiler, el primer representante de Maradona, y Alzamendi con Paco Casal”, me dice Jesús López, que llevaba temas contables y, después, fue gerente. “Las negociaciones fueron durísimas y casi se rompen. Eguizábal había negociado el traspaso con el River Plate por un millón de dólares, pero no la ficha de los jugadores, y estos amenazaron con irse”. No logró que firmaran hasta seis días después.