Hoy, tras cuarenta años de espera, la gabarra vuelve a surcar la ría de Bilbao para celebrar la Copa del Rey ganada el pasado sábado por el Athletic Club en el estadio de La Cartuja de Sevilla al imponerse al RCD Mallorca en los penaltis (1-1, 4-2). Ver al entrenador Ernesto Valverde alzando la Copa me ha traído a la memoria su época de jugador del Sestao Sport Club, RCD Espanyol, FC Barcelona y Athletic en Las Gaunas.

Valverde era “un delantero hábil y escurridizo”, en opinión del historiador y escritor Ángel Iturriaga, “que destacaba por su gran velocidad e inteligencia en los últimos metros”. La primera vez que le vi jugar fue el 29 de diciembre de 1985, cuando estaba en el Sestao (1-1), con el que se consolidó en Segunda División, y recuerdo que metió un gol aprovechando un fallo garrafal de Huguet, que resbaló en su salida.

“Son cosas que pasan”, declaró el entrenador del Logroñés, Delfín Álvarez, al término de ese partido, en el que Javier Irureta se sentó en el banquillo visitante y José Luis Mendilíbar formó parte del once titular del Sestao. Luego, Valverde volvió a Las Gaunas el 24 de enero de 1988 con el Espanyol (2-1), con el que logró ser tercero en la Liga y con el que alcanzó la final de la Copa de la UEFA a las órdenes de Javier Clemente.

Cuando jugó aquí con el Sestao, le contó al periodista Carlos Ferrer en 1988, “el Logroñés iba primero y la gente llenó el campo. Recuerdo que la afición era bastante maja”. Tras su paso por el Barcelona, fichó por el Athletic. Ahí realizó seis temporadas magníficas y marcó once goles en la Liga 1992-1993, uno de ellos el 3 de enero de 1993 en Las Gaunas (0-1) “con un centrochut afortunado”, en opinión del periodista Jorge Alacid.