Homenaje a Manolo Villanova: “Mi segunda casa”
Manolo Villanova recibió ayer en Zaragoza un merecido homenaje del Real Zaragoza con motivo del 50º aniversario de la Ciudad Deportiva: cuna de la cantera zaragocista, con la entrega de la insignia de oro. Portero aragonés de los años 60 y 70 y entrenador desde 1972, jugó en el CD Logroñés en Tercera División entre 1962 y 1964 en los inicios de su trayectoria deportiva. “Logroño es como mi segunda casa”, dijo en 1987.
Nacido en Zaragoza el 27 de agosto de 1942 y, a punto de cumplir 83 años, es una “figura clave en la historia blanquilla”, según el propio Real Zaragoza, “tanto en su carrera como jugador como en las diferentes etapas en las que se dirigió al equipo”, así como por su labor formativa en la Ciudad Deportiva. El reconocimiento lo recibieron ayer su segunda mujer, Arantxa, y su hija Leyre, al no poder asistir él por motivos de salud.
Formado en la SD Arenas, decano del fútbol aragonés, aquí vino a los 19 años (1,75 metros de estatura y 67 kilos). Entre 1962 y 1964, jugó diecinueve partidos y encajó 24 goles, teniendo una gran competencia con Emilio Álvarez. Según Eduardo Gómez, fue “un gran portero que conquistó la titularidad en Primera quitándole el puesto en el Real Betis a Campillo” (1967-1968) y, luego, destacó en el Real Zaragoza (1971-1975).
En Logroño echó raíces, al emparentar con la familia del popular Bar La Chatilla de la calle del Peso y, tal y como contó en 1987, “los recuerdos son muchos y, cuando voy allí, siempre me siento muy a gusto”. Lamentablemente, su vida ha estado marcada por la tragedia: perdió a su esposa, Julia Gil; dos de sus hijos (Estefanía y José Ignacio), su cuñado Rafael y su sobrina Cristina en un accidente de tráfico en Alfaro en 1985.
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