El árbitro pita el final antes del gol del ascenso
El 20 de junio de 1970, el CD Logroñés pudo lograr el ascenso a Segunda División ante el Hércules (2-2) en Las Gaunas durante el partido de vuelta de la fase de promoción, si el árbitro López Montenegro hubiera dado por válido el gol que marcó Berasategui pasado el minuto 90. “Yo acababa de rematar”, me cuenta desde Tolosa (Guipúzcoa), “y el balón estaba aún en el aire cuando el árbitro pitó el final del encuentro”.
“No lo oí”, continúa. “Pensé que lo habíamos conseguido, que ya estábamos en Segunda, y no. Imagínate, fue dramático. Ni ellos (por los jugadores del Hércules) se lo creían. Menos mal que en el partido de desempate (disputado en el estadio Santiago Bernabéu cuatro días después) ganamos en la prórroga por 3-1, con goles de Guesalaga, Goicoechea y Hernáez. Ese día, todo fue alegría y buenos recuerdos”.
El Logroñés había empatado a uno en Alicante, y en casa fue siempre a remolque, hasta que Belaza equilibró el marcador (2-2) en el minuto 65. “Le pegué con fuerza desde fuera del área para centrar y entró por la escuadra”, me comenta. “El portero era Humberto, alto como un chopo (1,87 metros). No sabía dónde estaba Logroño y lo aprendió rápido”. El día 24, el partido de desempate acabó 1-1 y se decidió en la prórroga.
“No fue fácil”, me insiste Antonio Villanova desde Zaragoza, “pero, al final, se consumó y fue una fiesta”. Cesáreo Remón y sus directivos aún no habían tomado un acuerdo sobre la prima por el ascenso. El 28 de junio, durante la recepción en el Ayuntamiento, Belaza les apremió: “A ver si os decidís pronto, que hay que comprar piso…” Al final, los jugadores cobraron 28.000 pesetas (168,28 euros) por subir de categoría.
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