Una bonita historia de amor, gracias al fútbol
El ‘Seis Doble’ era un bar con pensión que durante años la familia Fernández Herrero regentó en la calle San Agustín, donde luego estuvo ‘La Unión’. Ahí solían hospedarse los jugadores que venían a Logroño a hacer la mili y jugaban en el CD Logroñés, como Juanito Alonso y Olmedo, que, tras su paso por La Rioja, fueron figuras del Real Madrid en los años 50, o los que lo hacían en el Maestranza Aérea (1943-50).
Uno de aquellos jóvenes reclutas fue el madrileño Miguel Royo: ‘un excelente jugador’, según la prensa; ‘un buen interior’. “Era un delantero zurdo”, me cuenta su hijo Felipe Royo, cronista deportivo durante años, “que empezó en el Atlético Aviación (luego, Atlético de Madrid) y fichó por el Maestranza Aérea. Un equipo que jugaba en el campo de las Chiribitas y que entonces era el gran rival del Logroñés”.
Royo, que luego jugaría en el Deportivo de La Coruña en Primera División (1952-54) y estuvo a punto de ser internacional antes de recalar en el Logroñés (1955-57), conoció en el ‘Seis Doble’ a la que sería su mujer, Pilar Fernández, hija de los dueños y que echaba una mano a sus padres en la limpieza de las habitaciones. Ahí surgió el amor entre ellos. La pareja se casó el 9 de agosto de 1950 y tuvo tres hijos.
Una bonita historia de amor, la de Miguel y Pili, que cruzaron sus caminos gracias al fútbol. “Es una historia que se ha repetido muchas veces aquí con los futbolistas: Zubillaga, Eguren, años después mi cuñado Soroa, Irízar, Lerchundi, Ocio… son jugadores que se quedaron a vivir en Logroño viniendo a jugar de fuera”, concluye. En aquel tiempo, la pensión completa en el ‘Seis Doble’ costaba 12 pesetas (0,07 euros).
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