Por fortuna, los tiempos han cambiado y, hoy, la sociedad rechaza toda discriminación por razón de raza. El 14 de marzo de 1982, el CD Logroñés ganó al Tenerife (1-0) y subió hasta la cuarta posición de la Liga, a solo dos puntos del segundo, pero la noticia estuvo en el color de la piel del árbitro. La prensa destacó como ‘novedad en Las Gaunas’ que ‘dirigió el partido el guineano de color Sam Ethoa’. Ahora, esto es inimaginable.
Fernando Arnedillo fue ojeador del CD Logroñés durante más de 25 años y, el 18 de diciembre de 1994, descubrió a dos jugadores con gran proyección: Manel y Clotet, mientras jugaban en Sabadell un partido entre el equipo local y el Valencia B (1-1). Había ido ahí a ver al portero valenciano Rafa Gómez, de 20 años, pero se fijó en ellos. Le llamaron la atención y propuso la contratación de ambos en el informe que elaboró.
Güembe era un ‘buen director de orquesta’ del CD Logroñés, según la prensa, y, el 15 de septiembre de 1982, tras chocar en el partido anterior con un defensa del Burgos y recibir tres puntos de sutura, tuvo que jugar contra el Corellano (2-2) en la Copa del Rey con una aparatosa venda en la cabeza para proteger la herida. En el encuentro siguiente, frente al Osasuna Promesas, la venda fue sustituida por un mero esparadrapo.